Escrito por : Psicóloga, Massiel Santana
Existen diferentes maneras en que las personas se vinculan con los demás y esto dependerá de cómo esté desarrollada la personalidad y del apego generado en sus primeros años de vida en la relación con sus padres; esto quiere decir que, el estilo de crianza juega un papel fundamental en la manera en que los hijos se relacionan en los años posteriores.
Si un niño experimenta una crianza positiva, donde se genere afecto, cuidado y protección, se va desarrollando un sentimiento de aceptación, siendo este un aspecto principal para la construcción de un apego seguro.
Cuando los padres satisfacen la demanda del niño, a través del tiempo que le dedican, proveyendo de necesidades básicas y afecto, se va generando un ambiente de seguridad, donde el pequeño entiende que cada vez que necesita del adulto estos están disponibles para él, y esto traerá como consecuencia, bienestar.
Por otro lado, cuando lo que recibe el niño es falta de atención, de cuidados, coerción física o verbal, el sentimiento que se va produciendo será de des-validación, por lo que, se pudiera experimentar un sentimiento de rechazo.
Cuando este sentimiento se interioriza, el niño puede llegar a pensar que sus padres no lo quieren, pudiéndose reflejar más adelante, un adulto que presentara dificultades en el desarrollo de un vinculo positivo y de confianza hacia los demás.
Sin embargo, cuando se desarrolla una crianza donde se conjuga el afecto, pero también, falta de atención o rechazo, se produce un sentimiento de ambivalencia permanente.
El sentimiento de ambivalencia puede producirse también cuando los padres transmiten mensajes contradictorios; como, por ejemplo, “eres un chico grande…eres muy pequeño para…”; esto va generando un sentimiento de inseguridad en los hijos, ya que, muchas veces no saben como responder a las expectativas de los padres.
Es cierto que, las demandas de la vida adulta genera un ritmo acelerado y cargado, donde dedicar tiempo de calidad a los hijos se convierte en una verdadera proeza; sin embargo, lo ideal es hacer un equilibrio entre las demandas externas y las que se deben desarrollar dentro de casa, haciendo de esto una tarea diaria para propiciar sentimientos de bienestar en los hijos, lo cual, será una cadena en el desarrollo de una personalidad segura.
Elaborado por: Massiel Santana
Psicóloga Clínica
Terapeuta Familiar y de Pareja
Terapeuta del Bienestar Emocional@tododepsicologia instagram