Por: Psicóloga Clínica Massiel Santana
La vida es un transitar constante cargado de experiencias que permiten el aprendizaje de cualquier transeúnte. En el camino se encuentran diferentes obstáculos, piedras o baches que pueden provocar que se desvíe del camino, se detenga o que se dé marcha atrás.
Sin embargo, también en ese recorrido se pueden encontrar paisajes en el que se querrá detener y no seguir avanzando más por la comodidad que puede representar.
Cada persona va formando su personalidad a través de todo lo que va encontrando en su camino, con los momentos agradables y desagradables que vive.
Se va generando bienestar en la persona cuando recibe afecto, apoyo, confianza, seguridad, comprensión, entre otras acciones que se van produciendo desde la infancia y que influyen en la posterior vida adulta.
Sin embargo; cuando se viven momentos desagradables, como falta de seguridad, de afecto o empatía se puede producir en la persona un estado vulnerabilidad, donde la salud emocional puede verse afectada.
Lo que si es importante señalar es que, el ser humano se va construyendo cada día, conjugando todas las situaciones que se le presentan en la vida, con los malos y buenos momentos. Desear vivir en un estado de felicidad eterna es tan solo una ilusión, pues, la vida esta llena de situaciones distintas; es más significativo apreciar de cada situación adversa una oportunidad para buscar lo positivo de lo que sucede y obtener aprendizajes de esa experiencia.
Cuando se vive desde esta perspectiva, es más fácil entregar a los demás todo aquello que se desea recibir y todo lo que se entiende que como persona también se merece; lejos de amarguras, recelos o envidia. Cuando se opta por llenar la vasija del rencor por las injusticias que se reciben o cuando no han sido suplidas las necesidades básicas, se limita no solo la oportunidad de crecimiento, sino de libertad, aquella que permite vivir desde la plenitud y compartir lo mejor que se tiene hacia los demás.
Cada día debe ser una oportunidad para brindar a los demás lo mejor que tenemos, porque al darnos recibimos mucho más, a pesar de las vicisitudes que podamos atravesar. Que cada piedra que se presente en el camino no sea un arma para lanzarla a alguien mas para descargar la rabia o vacíos que acompañan, sino que esas piedras sean el símbolo de crecimiento por cada paso recorrido.
Elaborado por: Massiel Santana
Psicóloga Clínica
Terapeuta Familiar y de Pareja
Terapeuta del Bienestar Emocional
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