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Llevando a mi niño a terapia

Escrito por: Massiel Santana |Psicóloga Clínica

Reconocer que se necesita ayuda es el primer paso para iniciar un proceso terapéutico, ya que, se tiene claro o, al menos, una idea sobre los aspectos que se necesita trabajar, siendo esto lo que facilita que el abordaje del terapeuta este orientado a acompañar y trabajar en los objetivos que se desean lograr.

Cuando la intervención es con niños, el panorama es distinto, y es que, la mayor parte del tiempo, la demanda no surge de este, sino de los adultos, como padres o maestros, interesados en que se produzcan algunos cambios que encaminen al logro del bienestar del niño, ya sea, en el contexto familiar, escolar u otro de relevancia.

Las expectativas que el niño suele desarrollar cuando acude a la terapia es que el problema gira en torno a él, o más bien, “él es el problema” y, por ende, en esa primera cita el niño puede experimentar emociones como el miedo o la rabia debido a la idea de que se expondrán los aspectos negativos o desagradables de este.

Es importante tomar en cuenta que lo primero en lo que hay que enfocarse en ese primer encuentro es propiciar un ambiente cómodo y agradable, donde el niño pueda desarrollar con el especialista un vínculo de confianza y empatía.

No siempre el niño encontrara las palabras para expresar su propia perspectiva del problema o ponerle nombre a los sentimientos que evoca la situación por lo que es llevado a la consulta, asi que, el terapeuta debe estar dispuesto a conectar con el niño a través del uso de diferentes herramientas que serán la clave para una intervención eficaz.

El uso de muñecos, plastilina, cuentos, colores y papel, son algunos de los recursos que facilitan comprender lo que le sucede al niño a través de sus narraciones, juegos o dibujos, así como también, proporciona el desarrollo de un ambiente lo más natural posible para que se pueda sentir cómodo, seguro y entendido. 

La terapia debe promover no solo el abordaje del problema, sino que, al margen de este, se deben resaltar las fortalezas, destrezas y cualidades positivas que el niño posee, reforzándolas no solo en la terapia, también en los demás contextos en los que interactúa.  De esta manera, se puede lograr la disminución de la sensación del malestar por la que se va a la consulta, para favorecer que se mantengan los aspectos agradables que se esperan obtener.

Crear un sentido de equipo donde el terapeuta, familia o demás miembros se involucran para solucionar las situaciones por la que se acude a la terapia generara que el niño se sienta apoyado, pertenecido y amado.  Ir a terapia generara cambios positivos en el niño, pero también, en todos los demás que participan del proceso.

Elaborado por: Massiel SantanaPsicóloga Clínica

Terapeuta Familiar y de ParejaTerapeuta del Bienestar Emocional@tododepsicologia instagram

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