Si tienes esa sensación de ser observado, lo más probable es que tu cerebro haya captado señales que se le escapan a tu campo de visión más directo.
Si tienes esa sensación de ser observado, lo más probable es que tu cerebro haya captado señales que se le escapan a tu campo de visión más directo
Psicólogo Edward Titchener
A todos nos ha pasado y es una sensación perturbadora.
Estamos en lo nuestro, ensimismados, concentrados en alguna tarea u objeto y, de pronto, percibimos algo como una alteración en el ambiente, una energía externa que proviene de otro lugar. Levantamos la cabeza y vemos que alguien tiene su mirada clavada en nosotros.
¿Cómo lo supimos?
A pesar de que esa mirada pueda ser de intimidación, admiración o compasión, el haberla detectado no deja de ser sorprendente para nosotros. Como si tuviéramos un sexto sentido.
La ciencia ha intentado encontrar respuestas a este fenómeno conocido como “percepción de la mirada” y, aunque no hay resultados concretos, sugiere que hay una compleja red neurológica detrás de esta habilidad.
Hay varios elementos que se combinan: uno tiene que ver con la evolución del ojo humano, otro en cómo dependemos de la interpretación de las miradas en nuestro desarrollo y comunicación como seres sociales y, finalmente, en cómo nos sirve como mecanismo de defensa y supervivencia.
Ojos humanos
En contraste con otros animales, la parte del ojo humano que rodea la pupila, la esclerótica o blanco del ojo, es considerablemente mayor.
En la mayoría de las especies, la pupila es grande y abarca casi todo el ojo. Esto es particularmente útil para ocultar los ojos y no llamar la atención de depredadores. Al mismo tiempo, el depredador no quiere que la presa sepa que la tiene en la mira.
El lenguaje de los ojos
Esto se debe a que los humanos somos muy sensibles a las miradas de otros.
La supervivencia humana ha llegado a depender mucho más en la cooperación y coordinación de nuestros esfuerzos con los de otras personas.
Predisposición
Tiene que ver más con la naturaleza humana y hay varias situaciones que lo pueden explicar.
Un estudio publicado en la revista especializada Current Biology, en 2013, dice que estamos predispuestos a pensar que alguien nos está mirando aunque no los podamos ver e, inclusive, cuando no tengamos evidencia alguna que lo sugiera.
Nosotros sólo recordamos las veces que nos hemos volteado a encontrar a otra persona que nos miraba, o aparentaba estar mirándonos, fijamente, no las veces cuando no sucede.
Y esa sensación perturbadora que sentimos es psicológica y emana de pensar que alguien tiene sus ojos clavados en nosotros y no de la misma acción física.