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Países latinoamericanos se niegan a enviar armas a Ucrania (a pesar de las presiones de EE.UU. y Alemania) Por qué?

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, se convirtió en el último líder en América Latina en oponerse públicamente a enviar armamento a Ucrania, que lleva casi un año combatiendo una invasión rusa.

Durante un encuentro con el canciller alemán Olaf Scholz, de visita esta semana por varios países latinoamericanos, Fernández aclaró que Argentina “no está pensando en enviar armas” a la zona de conflicto, según informó el 29 de enero la agencia oficial argentina de noticias, Télam.

Unos días antes, sus pares de Colombia, México y Brasil habían realizado afirmaciones similares.

Los anuncios presidenciales fueron en respuesta a la jefa del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, la general Laura Richardson, quien unos días antes había revelado que Washington les pidió a seis países de América Latina que donen a Ucrania su equipamiento militar comprado a Rusia.

¿Por qué está EE.UU. particularmente interesado en el armamento de origen ruso?

Porque es el que más conocen los soldados ucranianos, quienes próximamente, cuando pase el invierno, podrían enfrentar una nueva ofensiva rusa, lo que les daría poco tiempo para entrenarse con las armas más modernas que proveen los socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

“Rusia tiene aliados en los gobiernos de] Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero otros seis países tienen equipamiento militar ruso. EEUU está tratando de que esos seis países donen el equipamiento militar ruso a Ucrania y reemplazarlo con armamento estadounidense”, dijo la militar durante una evento del think tank estadounidense Atlantic Council (Consejo Atlántico), a mediados de enero.

Los seis países en cuestión son Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Perú.

¿Apoyo tácito a Rusia?

¿Puede interpretarse esta renuencia como un guiño de América Latina a Rusia?

Pues el gobierno de Vladimir Putin claramente cree que sí.

En los últimos días, medios rusos en español como Sputnik y RT resaltaron el rechazo de los diversos gobiernos latinoamericanos a los pedidos de Washington y Berlín.

“La carrera armamentista en Ucrania no tiene el apoyo de Sudamérica”, resumió el primero en uno de sus títulos el 30 de enero.

Sin embargo, los propios mandatarios que descartaron el envío de armas han condenado la invasión rusa, y no han apoyado a Moscú en foros internacionales como la Organización de Naciones Unidas (ONU).

No obstante, a la hora de tomar partido en el conflicto ruso-ucraniano, la mayoría de los países latinoamericanos -salvo Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia, que apoyan abiertamente al Kremlin- se han declarado “neutrales”.

¿Por qué?

Adam Isacson, director de supervisión de la Defensa en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), le dijo a BBC Mundo que la región tiene un largo historial de “no alineamiento” en los conflictos de las grandes potencias.

“No creo que sea un acto de solidaridad con Vladimir Putin, sino un deseo de tomar distancia del conflicto y no ser visto como el hermano pequeño de la OTAN“, señaló.

Isacson no cree que el rechazo al pedido de enviar armas afecte las relaciones entre la región y EE.UU. o Europa.

“En todo caso me parece más probable que Washington esté descontento con la general Richardson por hablar públicamente sobre esa solicitud. Si realmente era algo que querían, lo hubieran negociado de forma privada”, dice.

Pie de foto,La OTAN está tratando de enviar armamento militar de origen ruso a Ucrania, ya que es el que más conocen los soldados ucranianos.

En cuanto a la gira de Scholz por América Latina, el experto de WOLA considera que el principal objetivo en relación a la guerra no era conseguir más armas, sino votos contra Rusia en la ONU.

“La cantidad de armas rusas o soviéticas que América Latina podría aportar sería pequeña, vieja y estropeada“, resalta.

Incluso considera improbable que los países con más armamento ruso -los proMoscú como Venezuela, Cuba y Nicaragua- envíen armas para apoyar la invasión.

“Si Rusia les pidiera armas sería una gran admisión de debilidad”, analiza.

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